EL PESCADO Y SU GUARDIÁN – EL MAR- Cientos de mañanas – Muy a lo lejos – El filo de la masa de agua color cobre por el sol saliendo, nos saludaba haciendo brillar la espuma de las pequeñas olas que sin descanso se acercaban a la barca. Cogido de la mano de mi abuelo, fuerte, huesuda y de piel seca, desde la proa del barco contemplábamos como lentamente se elevaba monumental la luz del sol devorando las sombras, dejando ver la conmovedora y gigantesca concentración de agua, haciéndote sentir una excitación turbadora porque descubrías, que solo te separaba una fina tabla del suelo de la barca en los pies, para que no te tragara (El nunca sintió ningún signo de cobardía) Luego se abría el cielo azul haciéndolo todo brillante, hermoso, soberbio e inaccesible, éramos un insignificante y frágil punto a merced y capricho de aquella belleza inmensa.